lunes, 29 de noviembre de 2010

Encantada de conocerme.


Porque me gusta que pasen de mi, que me hagan que me sienta culpable y que me echen las culpas de todo cuando algo va mal. Me gusta que se aprovechen de mi, de mi poca paciencia. Me gusta que me traten de idiota y de loca comparadora. Me gusta que me rompan los esquemas. También me gusta que me tengan como una persona insensible y fría porque no me guste y me cueste mostrar mis emociones o hablar de ello. Me gusta que me presionen, que me limiten. Me gusta que me prometan cosas que después no se hacen. Me gusta enfadarme con la gente en esos días en los que no (te) entiendo, ni me entiendo. Me gusta que me hagan creer que soy importante cuando en verdad no lo soy. Me gusta que no confíen en mi y las discusiones a medias. Me gusta que me puntualicen y remarquen los defectos, todos los defectos. Me gusta perder el tiempo con el mismo tema. Me gusta llorar y enrabiarme por nada. Me gusta que me hagan sentir que soy despreciable y un poco pesada, incluso que me tomen el pelo, al igual que también me gusta echar(te) de menos. 

sábado, 20 de noviembre de 2010

Las pequeñas sonrisas de la mañana no me bastan.


Y cuando la rutina se convierte en el odioso pipipipit pipipipit del despertador a las 6:50 am, el quedar mirando el techo un par de segundos pensando que ya nada puede ir mal, porque simplemente ya todo, absolutamente todo esta mal. Levantarte, mirar la misma ropa, el mismo aburrido color de las paredes, el mismo desorden al igual que mi desorden mental y sentir unas terribles ganas de llorar. Luego durante toda la mañana en el instituto poniendo buena cara e interés por las miles de cosas que nos explican, pero incluso en algunos escasos segundos me olvido de todo y mantengo una corta pero agradable conversación casi sin sentido con mi compañero de al lado.
Las semanas, si, largas e interminable, las paso con mis libros, variándolos un poco con una pizca de música, para poder despejarme, relajarme, que se yo, desconectar. Pero el nudo de mi garganta y el caos interior es permanente e inalterable, así que sin éxito, vuelvo a la cama donde cada libro me cuenta sus preocupaciones, sus problemas a resolver lo que me mantiene en vela, profundizando en la noche. Y los fines de semana, comenzando por los viernes solo intento encontrar una agradable compañía con la que pasar cada uno de los minutos y substituirte, substituirte en todos los aspectos, substituirte en cada cosa, en cada acción, substituyéndote en todo pero a la vez en nada, desistiendo y viniéndome a bajo de nuevo, frustrante, triste, desmoralizante, raro, eso es lo que es.
Y seguro que tu vida sigue igual de perfecta, sin ningún tipo de alteración preocupante, conviviendo con tus problemas los cuales ni tú sabes que tienes, por lo tanto me quito el sombrero. Pero el sombrero, la gorra, el pañuelo, y las bragas si hace falta y ¡vamos! sigue excluyendo(me).

jueves, 18 de noviembre de 2010

Píldora contra la catástrofe.

Hola nueva y larga temporada de vacío. Seguro que has vuelto para quedarte eternamente, lo presiento.
Desde la última vez que viniste, las cosas, algunas más que otras han cambiado. Tengo unas horribles batallas diarias con exámenes, trillones de exámenes. Junto a mi nivel de estrés y tontería momentánea, se adjunta que la gente, refiriéndome a una persona en concreto, sea tan maja de poner un simpático ultimátum de menos de una semana y que te facilite tanto la elección pasando de ti de todas y de cada una de las maneras posibles. Si, un aplauso, se lo merece, y otro para mi, por ser la idiota del mes. Ahora solo me queda pulsar el botón y rebobinar estos dos últimos años, puede que incluso algún día llegue y sea capaz de borrarlos,pero de momento volveré a las películas ñoñas chico quiera a chica, chica pasar del chico, discusión/problemas chica con chico, chica finalmente quiere a chico y todos contentos, si, y a las maravillosas tardes acompañada por mis auriculares donde la protagonista es la música lenta, deprimente, todas hablando de lo mismo, quizá en busca de un intento deseperante de tranquilizarme. Y no menos importante la compañía de una manta de leopardo y un paquete de palomitas ya sean dulces o saladas o simplemente alguna cosa con un porcentaje elevado de chocolate.
Así que estos son mis fantásticos e irónicos planes, por lo que espero que esta vez, querido vació, nos llevemos mejor y hagamos esto mucho más amenos, si es que se puede.
Firmado con cariño Nuria.

martes, 9 de noviembre de 2010

Quizá esto es lo que ocurre cuando un tornado conoce a un volcán.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos."

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como esta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche esta estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque este sea el ultimo dolor que ella me causa,
y estos sean los ultimos versos que yo le escribo.