domingo, 6 de febrero de 2011

Ahógate en tu falsa personalidad.

Podrían haber llegado a ser grandes amigos, o tal vez no. A ella le repugnaba su forma tan artificial de ser, tan no él. Su comportamiento  infantil y fastidioso, su risa, que la tocara incluso. Todas sus amigas le repetían constantemente lo guapo que era, llevando esto a un extremo de egocentrismo elevado, pero  ella no encontraba aquel ápice de belleza del que ellas solían hablar y remarcar. Le costaba mucho reprimir el odio que este le hacía sentir y que se había creado involuntariamente e inevitablemente en su interior y más cuando le exponía miles de motivos con orgullo.
Motivos supuestamente inventados, supuestamente inexistentes a causa  de dar un giro de 180º a los argumentos, retocando la historia a su antojo y semejanza. 
Ante tal situación ella no ha podido seguir sentada en ese sillón de color caramelo cruzada de brazos y soportar que él se apropiase lentamente y con todo el descaro de su propia personalidad, aportando eso, como no, un carácter distinto a dicho sujeto. Pues ella con él era malvada, malvada por despreciarlo, malvada por haberle absorbido silenciosamente la energía más o menos como hacen los dementores que aparecen en Harry Potter, como si ella no tuviera nada mejor que hacer, y también era malvada por haberle amargado la existencia. 
Ella, malvada y despreciable por poner punto final a su falsa metamorfosi personal.


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